"Le entregó
la tarjeta y un sobre: dentro, Balestra encontró el doble de lo que costaba toda
la investigación.
-
Cuando
me entregue las fotos le pago el resto.
-
Con
esto basta.
-
Eso
lo decido yo. Y ya que está páguele a alguien para que limpie este chiquero. Si
sabía que estaba tan sucio no venía.
-
Y si
sabía que su marido le metería los cuernos tampoco se hubiera casado.
Fue la
única vez que ella sonrió, pero Balestra supo contemplar la belleza que se
escondía detrás de aquel abanico de arrugas."
"Con la sangre en el ojo", Grijalbo, febrero 2015.
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