Alejandro Parisi

Alejandro Parisi

lunes, 8 de junio de 2015

Balestra en Ñ.

Gracias a Pablo Alí por entender a Balestra.


Acá, el texto.

UNA VISION DESENCANTADA.

Como todo buen detective de policial negro, Alvaro Balestra es nostálgico, mujeriego, bebedor y ermitaño. Sin embargo, tiene ciertos rasgos distintivos que lo diferencian de otros de su clase. Primero, nació en Uruguay en una familia adinerada y “colaboró” con su padre comisario durante la última dictadura militar de ese país. De lo que escapó Balestra al viajar a Buenos Aires tiene una marca tan singular en la historia rioplatense que carga de sentido su profesión actual: la de investigador privado que espía a maridos infieles. Segundo, su deseo no pasa por solucionar casos resonantes, sino por tener tiempo y dinero para descansar en su casa de Tigre, solo, sin nadie que lo moleste. Tercero, su ayudante es un linyera, “el Rengo”, perseguido por una banda de asesinos disfrazados con máscaras de La guerra de las galaxias.
La arquitectura de la novela es sólida. En la trama principal Balestra es contratado por la esposa de Andrés Hirsch para que lo encuentre in fraganti y así poder divorciarse de él, pero el empresario aparece asesinado frente a los ojos del distraído detective. En la subtrama, Balestra pretende resolver la persecución contra los linyeras, de la cual es víctima su propio ayudante. Ambas historias tienen vinculaciones con altos estratos de poder, otro elemento infaltable en el género. Lo efectivo reside en el modo de entrelazar estas tramas de una manera vertiginosa, intercalándolas con la vida privada del protagonista: sus pasiones, su madre con Alzheimer, lo que ambos recuerdan y lo que él prefiere no recordar. Otro de los aciertos de Parisi es lograr voces creíbles para sus personajes, tanto para las mujeres y hombres de la alta sociedad que viven en barrios privados como para el universo lumpen de la calle. En este sentido, el propio Balestra posee un registro inconfundible, marcado por un humor directo, por momentos de mal gusto, y una visión desencantada del mundo que lo rodea. Esta pericia para construir diálogos está acompañada por una buena escenificación que traslada al lector al lugar de los hechos: una Buenos Aires caótica y corrompida.
Tal vez lo más atractivo de esta historia radique en su lectura profunda, aquella que escapa a la velocidad del mero entretenimiento. Balestra se reconoce distinto, no sólo en relación con su padre, sino también en cuanto a las prácticas del terrorismo de Estado. En esa línea, resulta interesante que luche por defender a los distintos que, a lo largo de la novela, son castigados con la muerte o la persecución. Mientras que la “lucha anticomunista” fue un exterminio del distinto perpetrado por el Estado a gran escala, esta persecución de linyeras puede leerse como una farsa privada y ridícula, llevada a cabo por un grupo de jóvenes enloquecidos. Detrás de todos estos crímenes anida el impulso por matar al distinto.

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