"La viuda", de Carlos Alonso.
"A Giuseppina le gustaba mirarlas: llevaban
pañuelos en la cabeza y rosarios que les colgaban del cuello, de las muñecas; olían
a cebolla, ajo y albahaca, comían semillas de zapallo secas y no dejaban de
hablar. Hablaban de muertos, enfermos, milagros y guerras… Cada vez que sucedía
algo malo, cuando llegaba una nueva partida de soldados desde Roma, o alguien
moría o enfermaba en el pueblo, ellas salían a la calle para repetir la misma historia:
en tiempos del Borbón, mucho antes de que Garibaldi pisara la isla, dos
galeones ingleses habían atacado el castillo y las casas del pueblo con sus
cañones, matando a muchos sicilianos y obligando a los demás a buscar refugio en
las montañas. Pero antes de que los ingleses alcanzaran la orilla y saquearan y
destruyeran el pueblo y su castillo, la Madonna del Socorro envió a su ejército de
ángeles celestiales que descendieron de las montañas y los ingleses huyeron
hacia el mar…
Al menos eso decían las mujeres, que la Madonna velaba por ellos, que
Ella era toda su esperanza. Y aunque Giuseppina nunca había oído un disparo de
cañón ni tampoco sabía quiénes eran los ingleses, si miraba el sol hasta
encandilarse, luego podía ver a cientos de puntos blancos como ángeles flotando
sobre las casas del pueblo."
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