"Lo primero que hizo al día siguiente fue
visitar a Agustín Santa Cruz, que vivía en Chacarita. Tenía una casa amplia, de
dos pisos, pero prefirió hablar con Balestra en otro sitio que no fuera delante
de su familia. Aunque ya habían acordado la cita, ni siquiera le permitió
entrar: Balestra tuvo que esperarlo en la calle. Cuando bajó, Santa Cruz le
señaló un bar que quedaba en la otra calle.
Caminaron en silencio. Al llegar al bar, Santa
Cruz preguntó:
-
Es la
primera vez que me hacen una entrevista para la tele.
-
Si lo
que decís sirve, mas adelante vamos a hacer una entrevista como Dios manda. Pero
no digas nada por ahora. Estas investigaciones son largas y se pueden caer por
cualquier declaración fuera de lugar. Estamos investigando H&L por evasión
fiscal.
Balestra dejó que Santa Cruz sonriera y se
sintiera cómodo, muy cómodo.
-
No me
sorprende.
-
Según
fuentes policiales, la muerte de Hirsch está relacionada con sobornos y
evasiones…
-
¿En
serio? – dijo Santa Cruz con sorna.
-
¿Me
podés contar algo?
-
Estoy
en medio de un juicio por despido injustificado… no sé si puedo hablar…
-
Tenés
que hablar.
-
Si
quiero.
-
¿Sos
cómplice?
-
Usted
es policía.
-
No. Te
dije que soy periodista, y por experiencia sé que muchos inventan cosas solo
por venganza… Eso no me sirve. Necesito la verdad.
En los ojos de Santa Cruz brilló el
interés que Balestra esperaba. Revancha.
Hirsch
le estaba robando guita al socio.
- ¿Y vos
cómo sabés?
- Porque
lo descubrí yo. Yo encontré los agujeros en las cuentas, los giros que Hirsch hacía
a cuentas del exterior… Después él inventó eso del espionaje industrial para
tapar todo el asunto.
- No
entiendo, ¿para qué iba a robarse a sí mismo?
- Le
estaba robando al socio, a la hermana que también es accionista… vaya a saber
en qué andaba y a quién le debía plata.
- ¿Se
lo dijiste a Oleguer?
- Sí.
Pero viendo como se dieron las cosas tendría que haberme callado la boca. Para
mí que Oleguer ya lo sabía. Seguro que estaban metidos los dos, alguna guita de
lavado… Pero me echaron y dijeron tantas cosas… ¿quién va a darme trabajo
ahora? Si quiere, me graba con una cámara y le cuento todo de vuelta. Hasta
tengo los comprobantes y todo.
Santa Cruz dejó de hablar, esperando que
Balestra continuara con el interrogatorio. Pero Balestra, que ya tenía lo que
necesitaba, dejó dinero sobre la mesa diciendo:
-
Te
llamamos en estos días.
Luego se incorporó y se alejó,
mientras Santa Cruz masticaba odio y soñaba con una venganza que nunca iba
llegar."
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