Alejandro Parisi

Alejandro Parisi

martes, 5 de abril de 2016

"Con la sangre en el ojo": Balestra y el lavado de dinero.



"Lo primero que hizo al día siguiente fue visitar a Agustín Santa Cruz, que vivía en Chacarita. Tenía una casa amplia, de dos pisos, pero prefirió hablar con Balestra en otro sitio que no fuera delante de su familia. Aunque ya habían acordado la cita, ni siquiera le permitió entrar: Balestra tuvo que esperarlo en la calle. Cuando bajó, Santa Cruz le señaló un bar que quedaba en la otra calle.  
Caminaron en silencio. Al llegar al bar, Santa Cruz preguntó:
-        Es la primera vez que me hacen una entrevista para la tele.
-        Si lo que decís sirve, mas adelante vamos a hacer una entrevista como Dios manda. Pero no digas nada por ahora. Estas investigaciones son largas y se pueden caer por cualquier declaración fuera de lugar. Estamos investigando H&L por evasión fiscal.
Balestra dejó que Santa Cruz sonriera y se sintiera cómodo, muy cómodo.
-        No me sorprende.
-        Según fuentes policiales, la muerte de Hirsch está relacionada con sobornos y evasiones… 
-        ¿En serio? – dijo Santa Cruz con sorna.
-        ¿Me podés contar algo?
-        Estoy en medio de un juicio por despido injustificado… no sé si puedo hablar…
-        Tenés que hablar.
-        Si quiero.
-        ¿Sos cómplice?
-        Usted es policía.
-        No. Te dije que soy periodista, y por experiencia sé que muchos inventan cosas solo por venganza… Eso no me sirve. Necesito la verdad.  
En los ojos de Santa Cruz brilló el interés que Balestra esperaba. Revancha.
­ Hirsch le estaba robando guita al socio.
­          -    ¿Y vos cómo sabés?
­        -    Porque lo descubrí yo. Yo encontré los agujeros en las cuentas, los giros que Hirsch hacía a cuentas del exterior… Después él inventó eso del espionaje industrial para tapar todo el asunto.
­         -     No entiendo, ¿para qué iba a robarse a sí mismo?
­      -      Le estaba robando al socio, a la hermana que también es accionista… vaya a saber en qué andaba y a quién le debía plata.
­        -    ¿Se lo dijiste a Oleguer?
­     -    Sí. Pero viendo como se dieron las cosas tendría que haberme callado la boca. Para mí que Oleguer ya lo sabía. Seguro que estaban metidos los dos, alguna guita de lavado… Pero me echaron y dijeron tantas cosas… ¿quién va a darme trabajo ahora? Si quiere, me graba con una cámara y le cuento todo de vuelta. Hasta tengo los comprobantes y todo.
Santa Cruz dejó de hablar, esperando que Balestra continuara con el interrogatorio. Pero Balestra, que ya tenía lo que necesitaba, dejó dinero sobre la mesa diciendo:
-        Te llamamos en estos días.
               Luego se incorporó y se alejó, mientras Santa Cruz masticaba odio y soñaba con una venganza que nunca iba llegar.

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