Hoy me desperté pensando en ÉL. En su ausencia, pero sobre
todo en esa época en que todo era posible porque ÉL (y sus no amigos) estaba
ahí por la noche, entre semana, cuando llegaba la hora.
Pero se fue, y con su retiro yo perdí mi condición de
fanático porque ya son todos muy chicos, y es difícil fanatizarse con esos
pibes que podrían ser mis hijos. Lo que no perdí fue ese cosquilleo al ventarme
y saber que juega Boca.
El partido de hoy es difícil. Bastante difícil. Todavía
recuerdo el bombardeo que le pegaron los primos hace poco, con claridad pero
sin poder convertir ese gol que les hubiera dado el pase a la ronda siguiente. Y
también esa despreocupación cuasi amateur de los jugadores contrarios, que
pueden dejar huecos atrás, no marcar bien y al mismo tiempo correr a 200km/h y
clavarte un contragolpe.
Por otro lado, están nuestras propias limitaciones: la de un
equipo que juega de a ratos, la de un líder futbolístico que no termina de
explotar (Tévez), la de una mitad de cancha que puede recuperar (Cubas), ser
gestora de juego (Pérez, Zuqui, Lodeiro) o turista que mira pasar gente (todos
ellos), la de un arquero consolidado pero con una defensa que a veces hace agua
por los costados…
Y sin embargo las ganas están, y también la inteligencia de
un técnico pillo que ya no puede hacer lo que hacía cuando jugaba a la pelota
porque ahora es sólo eso, un técnico, que puede pararlos bien en la cancha sabiendo
que, como decía el Coco Basile, el problema surge cuando suena el silbato y “ellos
se mueven”.
Pero nos gustan estos partidos. A los hinchas, porque
sabemos que esa camiseta remontó cosas imposibles con fútbol y ganas. Es una
cuestión de fe y de memoria. Y de nostalgias: la de saber que algún día tuvimos
un equipo que se agrandaba en estos partidos, en Brasil, Japón, México… Y por
supuesto también con la esperanza irracional de querer creer que algo de todo
eso debe quedar, que algo tenemos que haber conservado de todas esas gestas
gloriosas contra Palmeiras, Gremio, Corinthians mucho más importantes que un mundial….
Aunque ÉL ya no esté. Aunque ya no podamos decir: “estos
partidos los gana ÉL solo. Quedate tranquilo. Juega Román”.
Ojalá hoy podamos revivir algo de todo eso, que el equipo
demuestre que merece estar en la Final (contra el mejor equipo de todos) y podamos
disfrutarlo. Porque si pasamos, va a
estar complicado. Muy complicado.
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