Alejandro Parisi

Alejandro Parisi

martes, 2 de agosto de 2016

Fútbol Escrito: Bauza y la muerte de los poetas de la humareda.






Se terminó la payasada de Armando Pérez convocando a toda clase de técnicos para “charlar”, conocer proyectos y engañar a la opinión pública: desde que se fue Martino, el elegido por todos era el Cholo Simeone, no sólo por sus logros como DT en Argentina y Europa, sino porque, a mi entender, fue el último tipo que, antes de Mascherano, conmovía cuando se ponía la camiseta de Argentina con su entrega, liderazgo e incluso sus limitaciones. Pero parece que el Cholo no quiso renunciar a su escalada en el fútbol mundial, o no se sintió capaz de enfrentar a este grupo exquisito de jugadores que se cargaron varios técnicos en pocos años, o porque no quiso exponerse en ese clima de “2001 futbolístico” que sufre la AFA.

Desde el primer momento, dije que quería que el técnico fuera Bauza, a quién muchos acusan de defensivo (como si los equipos de Simeone fueran el Brasil del 70 u Holanda del 74), de conservador, de ser un DT con poco vuelo. Y es que desde Bielsa a esta parte el discurso futbolístico cambió rotundamente tanto en Europa como en América Latina. Se impuso la idea de que cualquier equipo puede/debe correr los 90 minutos para mostrar buen fútbol.

Si alguien se toma el trabajo de ver los partidos viejos del Barça de Guardiola, verá que Xavi (el crack) corría poco, que Iniesta aceleraba de vez en cuando… que no eran robots automatizados como pretendía el bleff de Bielsa (vengan de a uno). El Barça de Guardiola fue el mejor equipo que se vi en el último tiempo, apenas opacado por el Boca de Russo que se paseó por la Libertadores 2007 (vengan de uno 2).

Pero el Barça sufrió muchos años de sequía hasta que comenzó a trabajar desde la base, a aplicar en todas las categorías el mismo sistema de juego, facilitándoles el debut a los pibes, que, cuando llegaban a primera, el técnico les pedía que hicieran lo mismo que habían hecho en inferiores.

El tema es que cuando un técnico llega a un club y plantea un sistema de juego alocado/innovador/distinto, nunca tiene tiempo para desarrollarlo porque esa idea es interpretada por jugadores que, por más que se esfuercen en reproducir eso, hablan otro idioma. El sistema fracasa los primeros 10 partidos y el técnico se va, dejando una estela de humo a sus espaldas. El mejor caso es el de Guede. Y si es difícil hacer eso en un club donde el cuerpo técnico trabaja diariamente con los jugadores, lograrlo en una selección, donde los jugadores llegan, juegan, se van, es casi imposible. 

Dicho esto, viene la opinión: detesto a los filósofos del fútbol, a los poetas de la humareda. Pero, sobre todo, detesto el fútbol de atletas, algo que se ve mucho en los últimos tiempos y que se alaba desde que Bielsa estuvo en la selección: jugadores veloces que corren y corren sin saber a dónde van, que no paran la pelota, que no buscan hacer lo que pide el partido, que no lo enfrían cuando hay que hacerlo, que no lo encienden cuando deberían. Di María es un gran jugador, pero representa ese estilo de juego que, para ser exitoso, debería jugarse en canchas de 500 metros de largo. Hace años que no veo un jugador que pare la pelota, levante la cabeza y tome la mejor decisión que necesita el equipo. Porque, no jodamos, el sacrificio no es pegar o correr 90 minutos: el sacrificio es pedir la pelota, dar la cara por los compañeros, aguantar las patadas, pensar por los otros y hacerlos jugar para ganar un partido. El fútbol antes era otra cosa, ok, lo acepto. Me declaro viudo del 4-3-1-2. Cambiaron los tiempos, pero seguimos nadando en la nada y, en la pared de mi estudio, el póster de Román cada vez es más grande (vengan de a uno 3). Se busca movilidad, ida y vuelta, pero los jugadores de la Selección sólo dan vueltas como trompos, sin saber qué hacer o queriendo hacer todo ellos solos, sin el equipo. En mi humilde opinión, Bielsa nos cagó la vida. Por más que todos lo encumbren, por más que sea endiosado, el mejor jugador de un equipo nunca puede ser el técnico.

Por eso, celebro la llegada del Patón Bauza a la Selección, un tipo que tiene la difícil misión de reestructurar un equipo golpeado que hace varios años no sabe a qué juega. Que tiene los mejores jugadores del mundo a nivel clubes, pero que, cuando se juntan, no logran producir algo bueno (metáfora de nuestra sociedad). Y no digo que les falten ganas. Al contrario: vienen, se exponen, algunos incluso se pagan los viajes, acuerdan premios con la AFA que son irrisorios comparados con los sueldos que cobran… pero llevan años de confusión futbolística.

En eso, creo que Bauza va a ser fundamental para ellos. Porque es un tipo que va a poner el inodoro en el baño y el microondas en la cocina. Algo que se menosprecia desde la humareda, pero que nos va a dar la tranquilidad de saber que los defensores defienden, los mediocampistas quitan y distribuyen y los delanteros atacan. Pero, sobre todo, algo que le va a quitar presión al pobre de Messi, que a pesar de dejar todo y poner la cara para que lo cacheteen una y otra vez, nunca tuvo un equipo que se dedique a jugar y lo deje tranquilo, que no lo sobre exija obligándolo a patear el centro y cabecear. Porque creo que a Messi no hay que preguntarle nada, hay que dejarlo descansar, y concentrar las fuerzas en formar un equipo serio en serio, y, sólo entonces, decirle: “Che, Leo, nos falta uno, ¿venís?”.  

No hay comentarios.:

Publicar un comentario