Alejandro Parisi

Alejandro Parisi

viernes, 28 de septiembre de 2018

Hanka 753 en las escuelas, o la historia que conocí en el colegio Santa Cruz.



Hoy fui a visitar y a conocer a los nuevos lectores de Hanka 753, los alumnos de 3er. Año del Colegio Santa Cruz del Barrio de Almagro, en CABA. Con la profesora Claudia Douve veníamos programando el encuentro desde hacía tiempo, precisamente desde el mismo día en que vino a acompañarnos a Hanka y a mí a la presentación que hicimos del libro en AMIA.

Mi idea era contarles a los chicos y chicas los entretelones del proceso de escritura, el año que pasamos charlando con Hanka, sus ganas de dejar testimonio, se memoria precisa, sus recuerdos escalofriantes y las decisiones literarias que fui tomando para convertir su vida en novela.
Es decir: iba a contarles una historia.

Sin embargo, a los dos minutos de haber entrado a la escuela, mientras Claudia me llevaba a conocer la iglesia y la Casa de Nazaret que están adjuntas a la escuela, me di cuenta de que la historia me la iban a contar ellos a mí.

Fue en esa iglesia donde algunas de las primeras Madres de Plaza de Mayo se reunían a pensar la manera de recuperar a sus hijos secuestrados, desaparecidos, torturados y asesinados por la dictadura. Las acompañaba Adolfo Pérez Esquivel (algunas de sus obras cuelgan de las paredes de la iglesia y de la Casa de Nazaret) y tres monjas francesas.
 
"Y lo reconocieron al partir el Pan… Pinceladas sobre un pueblo que confiando en la fuerza del amor sigue buscando la Justicia y la Verdad”, Mural de Adolfo Pérez Esquive.

Desde comienzos de la dictadura, los curas habían ocultado en la iglesia a muchos militantes perseguidos por los militares.

Fue en la puerta de entrada a la parroquia donde los grupos de tareas arrojaron una bomba para avisarlos lo que les esperaba si continuaban dando refugio a los perseguidos.

Fue en ese mismo lugar donde el despreciable Astiz se infiltró para hacer inteligencia (qué palabra) y supo que el 8 de diciembre las Madres se reunirían para escribir una solicitada contra el gobierno de facto buscando la manera de encontrar ayuda para recuperar a sus hijos. Y ese 8 de diciembre, Astiz volvió con los perros de los dictadores para marcar con un beso, como si se tratara de una representación evangélica, a las personas que había que secuestrar y asesinar, incluidas algunas madres y tres monjas francesas.

Los lugares siguen ahí, en medio de la ciudad. Ahí mismo, también, están enterradas dos de las monjas que, con su muerte, pero sobre todo con la aparición de sus cadáveres, confirmaron eso que durante mucho tiempo se creyó que era una fábula. ¿Cómo podían arrojar a ciudadanos argentinos vivos desde los aviones, en medio del mar? La salinidad encontrada en los cuerpos de las monjas confirmaron esos llamados “vuelos de la muerte” y la sistematización de las desapariciones.
Claudia me explicó que desde siempre, esa comunidad religiosa había sido muy política y social, y lo seguía siendo, ahora convertida en un monumento a la memoria, pero también a la resistencia.




Después, sí, llegó el momento de conversar con los lectores, que tan bien me trataron. Les remarqué que no todos los alumnos de escuelas católicas tienen la posibilidad de conocer el mundo sin el filtro oscurantista del dogma. Yo no tuve esa posibilidad. Pero ellos sí, y quizá por eso la charla no sólo giró en torno a Hanka y el Holocausto, sino también hacia la xenofobia, el racismo, la estupidez de cualquier nacionalismo o totalitarismo religioso.







Conversamos mucho, les firmé sus ejemplares y les agradecí. Yo pensaba contarles una historia, pero quienes mejor me la contaron fueron ellos.

Gracias a Claudia, otra vez, al resto de docentes, autoridades, y sobre todo a mis amigos de 3º año.

Nos vemos pronto.


2 comentarios:

  1. Gracias Ale por tus palabras tan sentidas! Y gracias por ser tb un testigo de nuestra historia en la Santa Cruz!
    Abrazo enorme

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  2. Gracias a ustedes por tratarme tan bien. Abrazos

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