"Pero a Giuseppina más que hablar lo que
le gustaba era oír la voz de Vito, por eso le preguntaba cosas del campo, del
camino que conducía a Bruca… le preguntaba cualquier cosa con tal de escucharlo
hablar. Y, temerosa, se abrazaba al cuerpo de Vito al oírlo decir que los
fascistas de Roma eran unos bastardos, que los montes estaban plagados de
bandidos justicieros armados con luparas y que al sur de la isla estaba el
África, donde la gente era negra y luchaba contra animales gigantes que perseguían
y devoraban a los niños."
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