Acabo de recibir los ejemplares de HANKA 753, mi séptima novela, y la tercera entrega de la Trilogía que empezó con El ghetto de las ocho puertas y La niña y su doble. Siete. Ni yo lo puedo creer.
Vamos a conservar el misterio de la tapa hasta el fin de semana, porque soy buen alumno de toda la gente de Penguin Random House que me está ayudando.
Pero ya les digo que Juan Pablo Cambariere lo hizo de nuevo: tapón.
Con la felicidad a cuesta, hoy el autor se acuesta a dormir su resfrío.
El 1º de noviembre, en todas las librerías.
Hola Alejandro, primero decirte que me entretiene de sobre manera todo lo relacionado con los hechos de la segunda guerra mundial y sus historias. Pues este es el primer libro que leo con respecto a este tema y como no me iba a gustar si además de ser una historia verídica, como otras miles, los personajes vinieron a continuar con sus vidas a Argentina, lejos de todo conflicto. Lo que más me llamó la atención fue que pudieras estar en contacto casi permanentes con ellos, pues uno ve todo aquello tan lejano e irreal y luego se encuentra con personas como estas que vivieron y tuvieron que soportar todo lo que alguna vez vimos en la tele o aprendimos en el colegio y se nos hace tan extraño y difícil de creer. Una obra que por la piel de gallina, aunque a pesar de todas las vidas que se arrebataron, pues no hay que atentado a la humanidad que el genocidio, también uno puede encontrarse con momentos que felicidad y exitacion, como el reencuentro con familiares y seres queridos.
ResponderBorrarEn torno al libro en si creo que no hay mucho que decir. Además de enseñarnos sobre historia también nos enseña sobre valores como los de aquellos que sin importar las consecuencias les abrían las puertas de sus casas para poder esconder gente y protegerlos. Para muchos era una muerte segura, para otros un deber con la humanidad.
En fin muy lindo libro y una buena forma de recordar todas las víctimas, pues que mejor forma de honrarlos que recordándolos.
- Gerónimo Pastore
Me alegro de que te haya gustado el libro, Gerónimo. Y coincido con vos: con estas historias, hay que limitarse a escribirlas, leerlas y que hable el testimonio de los que lo vivieron. Te mando un abrazo.
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