Gracias a los amigos de la Cadena Judía de Información, Visàvis, y en particular a Luciana Liberman Vassallo por la linda charla que tuvimos sobre HANKA 753. Acá, el link y, debajo, la entrevista.
Fuente: http://visavis.com.ar/?p=83091
El libro “Hanka 753” se enmarca en una trilogía que
escribió el autor Alejandro Parisi. Primero comenzó relatando la
historia de Mira Ostromogilska en “El Gheto de las Ocho puertas”, luego
en el 2014, lanzó el libro “La Niña y su Doble” que cuenta la historia
de la sobreviviente Nusia Stier, y ahora el final de trilogía culmina
con la historia de Hanka Dziubas Grzmot, la menor de cinco hermanas, que
junto a tres de sus hermanas y su padre estuvieron en el gheto de Lozd y
posteriormente en el campo de concentración de Auschwitz. Tan solo con
nueve años la protagonista de esta dramática historia vivió situaciones
de vejaciones, hambre y enfermedades.
La Cadena Judía de Información Vis a Vis pudo dialogar con el
escritor Alejandro Parisi para poder profundizar más acerca del tercer
libro de esta trilogía que comenzó hace más de diez años atrás y que le
dejó muchas enseñanzas. Conoció a tres mujeres fuertes que pudieron
reconstruir su vida y dejar un testimonio que quedará por los siglos de
los siglos, no solo en cada lector, sino también en corazón del autor.
“Hanka 753” se presentará este miércoles a las 19hs
en la Centro Ana Frank Argentina con la presencia de la protagonista y
su autor con entrada libre y gratuita. Los dos anteriores libros fueron
presentados en el Museo del Holocausto.
– ¿Fue una decisión literaria narrar el libro jugando con el pasado y el presente?
– Sí fue una decisión literaria. Yo siempre le doy a leer el libro a
diferentes personas entre las que se encuentran mi mujer, una amiga
llamada Alejandra. Yo primero escribí toda la historia del pasado hasta
que llegan a Suecia, eso era lo más difícil. Se lo di a leer a dos o
tres personas; una amiga no lo pudo seguir me insulto y me dijo que no
lo podía terminar de leer. Eso me dejó pensando porque a mí me pasaba lo
mismo. Lo que aprendí en este tiempo es que ningún dolor se puede
equiparar, no es medible el dolor. Si bien el lector sabía que el
personaje había sobrevivido, porque es la historia de un sobreviviente,
había algo que se había despertado con la idea del viaje (NdelR: Hanka es invitada por ORT a participar de Marcha por la Vida)
que era importante tenerlo porque era el cierre del círculo, y al mismo
tiempo ver a Hanka con 87 años, una mujer fuerte, le era más fácil al
lector poder sobrellevar la historia. Yo no quería que se me cayera el
lector al final de la novela, entonces esa historia del presente era una
zanahoria para que el lector continuará avanzando sabiendo que detrás
de toda esa tristeza algo bueno iba a suceder.
– Cuando relatas la historia del viaje a Marcha por la Vida
lo haces como si vos hubieras estado en todas las charlas que se
mantuvieron hasta que Hanka toma la decisión, ¿las presenciaste o así lo
que querías mostrar narrativamente?
– Yo con Hanka hable un año. Nos juntábamos en su casa a armar la
historia, pero lo primero que me dijo fue: “Quiero contar lo que vi yo.
No quiero inventar nada” A mí me pareció perfecto porque yo había
escrito ya dos libros de la temática; en “El Gheto de las Ocho Puertas”,
es más enciclopédico porque es mi introducción en el tema y en “La Niña
y su Doble” se habla de los nazis porque Nusia interactúa con ellos.
Pero este último libro es el más minimalista de la trilogía, la cámara
está puesta en Hanka. Hace casi diez que comencé con esto, pero me di
cuenta que son estas particularidades que muestran la dimensión de lo
que sucedió porque si yo te cuento que murieron seis millones de
personas vos decís: “Que fuerte, pero queda ahí”. Pero si yo te cuento
como Hanka tuvo que dejar su álbum de figuritas para irse al gueto, y su
preocupación de cómo iba a aprender a leer o te relato cómo se llevaron
al padre. Te conmueve mucho más que hablar de números. Las pequeñas
historias son las dan las dimensiones. (…) Cuando me senté a novelar ya
sabía la historia y cómo iba a dividirlo. Yo pensaba que el viaje a
Polonia iba a ser un epílogo, pero después me di cuenta que para hacer
ese viaje Hanka tuvo que convencer a los hijos, mentirle y convencer al
médico y ella tomar la decisión de afrontar el dolor. Ese viaje le
explicó a ella misma un montón de cosas.
– ¿Cómo fue el proceso de aislamiento literario para que Hanka no pudiera aportar información que después investigó?
– El recurso fue obligarla a escuchar a escondidas conversaciones.
Hay varios momentos de la novela en la que el padre Mordejai le dice que
vaya a la otra habitación y ella se queda escuchando del otro lado de
la puerta, eso es responsabilidad mía, pero eso es una forma de que el
lector supiera que estaba pasando sin traicionar el conocimiento de
ella. Desteto la película “La vida es bella”, me parece una gran
mentira. El padre de Hanka la protegió, al ser la menor de sus hijas,
pero hubo un momento que no la podía proteger más y le dijo: “No te
acerques a las ventanas”. Me parece que ella lo sabía, pero no lo tenía
aprendido. Yo tenía que hacer justicia.
– ¿Cuándo fue consciente de que debía hacer el viaje a Marcha por la Vida?
– Yo creo que, desde el primer momento, aunque no lo hable con ella.
Cuando la invitaron se le despertó algo que no podía ponerle palabras.
Ella y marido eran polacos, pero se comunicaban en sueco, porque para
ellos Polonia había sido su infancia, pero al mismo tiempo su cadalso.
En un momento en el libro yo escribo, que tiene que ver un poco con lo
que pienso yo: “La tierra no es culpable de lo que hacen los hombres”.
Los polacos de esa época no son los mismos que los de ahora y lo mismo
sucede con los alemanes. Cuando ella llegó a Polonia se sintió
rejuvenecida. Hay una escena que Hanka le cuenta a Marcelo Feiguin una
historia, durante el viaje de Marcha por la Vida, y le dice a Marcelo:
“¿No te reís’” y él le contesta: “Me lo contaste en polaco”? Ella en
ningún momento se dio cuenta que comenzó a hablar polaco. Hay otra
cuestión que la influyó mucho a hacer ese viaje, que fue algo que le
inculcó Leon, su esposo, que es la importancia del testimonio. Yo creo
que si el viaje hubiera sido con un grupo de adultos no hubiera ido,
pero eran chicos que iban a conocer lo que sucedió. Ella vivió todo el
Holocausto porque era una nena sin racionalizar, recién después de la
guerra pudo racionalizar lo que había sucedido. Le jugó a favor la edad
que tuvo durante la guerra.
– En el libro Dios tiene un papel preponderante, ¿por qué crees que en ese momento de angustia y horror Hanka lo evocaba?
– Yo creo que es una construcción psicológica. ¿Qué era Dios para
ella en ese momento? Era la mente en blanco. Pero al mismo tiempo ella
dice: ¿por qué Dios no hizo nada antes? Es dual el sentimiento con Dios,
pero hay algo que no fue suerte. Con los años ella fue construyendo
psicológicamente, tenes que construirlo porque si no se te rompe el
cerebro. Cuando uno le paso algo malo, sea creyente o no, levantas la
vista al cielo, y a ella le caían las bombas y a ¿quién le iba a pedir a
algo? a Dios. Eso la ayudó mucho tanto en el momento de la barbarie
como al momento de la reconstrucción.
– ¿Qué fue lo más complicado de reconstruir de la historia?
– Lo complicado era construir esos momentos felices que tuvo ella
antes de la llegada de los nazis que por una cuestión de edad no los
recordaba tanto. Pero a lo largo de un año fueron saliendo recuerdos
como la imagen de la hermana patinando en el hielo con un chico llamado
Jacobo, quien también sobrevivió a la guerra y se termina casando. El
padre le enseñaba como era el mundo con las figuritas de los animales.
Es por eso que generé una construcción literaria acerca de las “ardillas
voladoras” porque necesitaba un recurso que acompañará la novela.
Hablando con mi hijo que tiene la misma edad de Hanka en ese momento me
dice: “Tienen que ser ardillas voladoras”. Primero googleo si existe ese
animal en Polonia, sí había, y mi hijo me explicó que cuando las caen
las bombas las ardillas voladoras van de árbol en árbol y escapan.
– ¿Qué sentís que aprendiste al escribir esta triglogía?
– Yo no hubiera sobrevivido…porque (piensa) hay una fuerza de
voluntad que excede cualquier racionalidad. Nusia es una entrevista dijo
que sobrevivió porque era una inconsciente. Hanka sobrevivió porque
tenía que sobrevivir, pero no sabe por qué. A veces se lo explica con el
personaje de Dios en la novela. Mis abuelos son sicilianos, pasaron la
guerra y el hambre, y después levantaron una familia. Salvando las
diferencias que ellos no fueron perseguidos por su religión, hay una
fuerza de esa generación que no tuvo la generación siguiente. Yo tengo
muchas críticas a la generación de mis padres, no por mis padres en sí.
Las generaciones de mis abuelos nacieron con Telegrafo y hoy usan
Whatsapp. Es una generación que pasó por todo. Hay algo de una fuerza
contra todo, aunque no todos sobrevivieron. Yo no sé qué hubiera
sucedido con la hermana de Hanka si no la obligaba a comer, es probable
que no hubiera sobrevivido, porque al mínimo rasgo de debilidad de un
prisionero los nazis lo mataban. También consideró que el hecho de que
las tres hermanas se mantuvieron juntas las ayudó a sobrevivir. En los
tres casos que escribí tenían dónde apoyarse, aunque fuera en silencio.
Yo aprendí que la Humanidad es una porquería. Mi visión particular es
muy negativa. Yo con las tres mujeres sobre las cuáles escribí les
pregunté ¿por qué querían dejar su testimonio? Y las tres me aseguraron
para que no se vuelva a repetir, aunque las tres me afirmaron que puede
volver a suceder. Pero al mismo tiempo, aprendí a estar en un estado de
alerta para estar atento. Occidente tiene muy desarrollado el discurso
del marketing, pero hay que estar atento porque algunas veces se callan
por conveniencias políticas y económicas. Lo que más admiró de los
sobrevivientes es que la realización de sus vidas no pasa por su
supervivencia sino por su testimonio. Hay que tener muchas fuerzas para
hacerlo y abrir las heridas delante de otras personas, es muy
complicado.
Contestaste muchas preguntas que yo tenía. Lo que más me gustó del libro fue esa cercanía a la realidad. Se nota que hay poquísima ficción y que solo fue agregada para explicar algunas cosas importantes. Hace poco leí el libro El viaje de Cilka y me disgustó mucho eso de mezclar realidad con ficción (algo como 10% realidad y 90% ficción). Gracias por contarnos las cosas como de verdad sucedieron.
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