Hace tres años y pico, el día en que teníamos todo para
disfrutar y la fiesta la arruinó un hincha tirando gas pimienta, sentí la peor
vergüenza deportiva de mi vida. En ese entonces, mientras miraba lo que ocurría
en el campo de juego, con los jugadores de River lastimados, descubrí cual era
mi límite como hincha y espectador. Ese día, ante la sorpresa de mi mujer,
empecé a gritarle a la tele: tienen que darle los puntos a River, este partido
no puede jugarse. Así fue: le dieron la serie ganada a River y nos suspendieron
la cancha por un montón de tiempo debido a lo que nuestro patético presidente
Daniel Angelici definió como “un chiste que salió mal”.
Hoy siento lo mismo.
El sábado, todos estábamos preparados para ver un partido
tremendo. Estadísticamente, la Copa se la lleva el que define de local en un
porcentaje de 70 – 30%. Encima, River tenía más equipo. ¿Pero quién nos quitaba
la ilusión de ganarles ahí? Porque, es claro, nosotros veníamos en levantada.
Pasado de nervios, me tiré a dormir la siesta y me desperté
justo cuando el micro de Boca entraba con los vidrios rotos al Monumental, como
si estuviera entrando en Siria. Vi bajar a los jugadores furiosos y asustados,
lastimados, vomitando.
Durante horas, la Conmebol, River y Angelici (sí, nuestro
patético presidente) alimentaron las esperanzas de que ese partido se jugara
igual. Hasta que los jugadores se plantaron y dijeron que no porque no estaban
bien, e incluso no estaban todos: el capitán estaba en una clínica por
problemas en un ojo.
Ayer la pantomima siguió, y a medida que pasaban los minutos
se me fueron las ganas de jugar el partido como hincha. Y me pasó otra vez
algo: no quería que el partido se jugara nunca mas. Quería, y quiero, que le
den los puntos a Boca y esta Copa que, sinceramente, nadie puede festejar.
Sé que por unos inadaptados no se puede juzgar a todos los
hinchas. Lo tengo claro: fue la barra en connivencia con la policía, no los
hinchas comunes de River (que no tiraron piedras pero que, cuando los jugadores
nuestros estaban vomitando en el vestuario gritaban “Boca sos cagón”). En fin.
Libero de esto al hincha normal.
Y sin embargo, como aquel día con el panadero, creo que
todos tienen que sufrir una pena reglamentaria. Porque sí. Porque si no
aceptamos la ley, no podemos pedir nada. Y yo la acepté y la reclamé aquel día
en que Ponzio vomitaba y se frotaba los ojos
(el mismo Ponzio que ni siquiera fue al vestuario de Boca para ver cómo
estaban sus colegas).
Vivimos en una sociedad que no acepta las consecuencias de
lo que hace. Cromañón siempre será un ejemplo de eso: la culpa es de x, no de
quienes llenaron la sala superando la capacidad ni de aquellos que tiraron las
bengalas.
Yo no quiero eso.
Al margen, saltó a la luz la doble moral de presidente de
River, que ahora dice que las cosas se definen en la cancha cuando en 2015
salió volando a Paraguay a pedir los puntos.
También hay que señalar los intereses personales de
Angelici, que todo el tiempo superpuso sus aspiraciones políticas y
dirigenciales personales a lo que le estaba pasando al plantel. Lo detesto,
mentiría si dijera que lo analizo con objetividad.
Lo siento por los hinchas de River como hace 3 años lo sentí
por mí, por mi hijo y por todos los hinchas de Boca. Pero no podemos vivir
creyendo que todo es gratis. No. Una parte de la hinchada de River no sólo
arruinó el partido sino que puso en juego la vida de los jugadores de Boca,
mientras los dirigentes querían que jugaran igual y “los hinchas normales” los
trataban de cagones.
Este país está destruido desde antes de este partido. Pero
si no aceptamos responsabilidades, no vamos a salir nunca más.
Insisto: hubiera sido hermoso ganarlo en la cancha y poder
festejar. No va a ser así.
Boca tiene que ganar la copa por la sanción a River, como
debe ser. Nosotros, “los hinchas normales de Boca”, prometemos no festejarla.
Pero háganse cargo del desastre que hicieron.
Acá, el texto completo que escribí en 2015, luego del gas pimienta.
Vergüenza xeneixe.
Un desastre todo: el pesto que nos pegó RIver en el primer tiempo, la reacción de la gente, de los jugadores, de Angelici (escondido en el tunel.... porque, ¿con qué autoridad va a cuestionar a la 12 si él mismo les entrega los negocios y les pide que retiren cada bandera de Riquelme que aparece?). Estoy amargado, pero firme en mis convicciones: Riquelme fue el único que los enfrentó. Palermo, el correcto, siempre les pasó guita e incluso los visitaba en la cárcel. Tevez también, Maradona... En fin, como bostero, le pido disculpas a los de River y pido que suspendan nuestra cancha y nos quiten los puntos del partido de ayer. Y la cabeza de Orión y Angelici, claro está.
Suscribo al pié. Siempre me sentí orgulloso de pertenecer a un país en donde el fútbol caminaba sobre la línea que separa la pasión de la locura.
ResponderBorrarHoy siento vergüenza de ser uno de los que hace 20/30 años no se dio cuenta como acabaría.
Vergüenza.