Alejandro Parisi

Alejandro Parisi

jueves, 4 de abril de 2019

El inevitable destino social.

Aldous Huxley es uno de mis autores preferidos. Como la mayoría, empecé a leerlo a los 20 años a través de Un mundo feliz. (Tanto me golpeó ese libro que el primer cuento que publiqué se llamaba Proyecto: Aldea Experimental, y hablaba de una sociedad organizada hasta el absurdo, donde el personaje debía acostarse con ancianas ricas para poder sumar puntos y alcanzar el nivel apropiado para entrar a la universidad y estudiar Antropología. Un cuento muy olvidable, por cierto.)
Sin embargo, con el tiempo, después de haber leído casi todo lo que publicó, en mi podio están, en este orden: Contrapunto, La isla, Danza de sátiros y Ciego en Gaza (publicado también con el título Con los esclavos en la noria). En esas novelas se dedica a criticar las miserias de la aristocracia ilustrada, esa misma que sigue manipulando la cultura acá y en todas partes.

Las puertas de la percepción y los otros textos dedicados al misticismo y las drogas ni siquiera los leí. Son cosas que, en la literatura, me importan poco y nada.
Nieto de uno de los laderos de Darwin, Aldous Huxley llevó la teoría de la evolución al plano social y tecnológico y proyectó el futuro de la humanidad como nadie. En ese sentido, hay un contrapunto (nunca mejor dicho) entre dos de sus libros que muestran el futuro fracaso de, por llamarlo de alguna manera, la derecha y la izquierda a la hora de organizar la sociedad: el primer caso, es Un mundo feliz, donde la derecha se mezcla con los tecnócratas que todo lo saben; el segundo (y recomiendo enfáticamente su lectura) es La isla, una especie de oasis donde imperan los postulados del progresismo humanista.
Hace días que estoy buscando un libro de Kureishi que es imposible conseguir en este bendito barrio cuasi suburbano que es La Paternal, donde los ejemplares de Anagrama son algo tan inconseguible como los tachos de basura en buen estado o, si quieren, el caviar. Entonces, ayer agarré Un mundo feliz para entretenerme hasta que viaje al exterior (Caballito, Palermo, etc) y consiga el libro que busco.
Hacía mas de 20 años que no leía Un mundo feliz. Y ahora que voy por la página 50 me di cuenta de lo poco que entendí en su momento, y lo lapidaria que es esa novela por tantas, tantísimas razones. Anoche tuve que levantarme de la cama a buscar un lápiz para subrayar esta frase:

"Todo condicionamiento se dirige a lograr que la gente ame su inevitable destino social".

Moraleja: Vecinos de La Paternal, Anagrama no es para nosotros. 
Huxley ya lo sabía hace tiempo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario