Alejandro Parisi
jueves, 11 de julio de 2019
Hanka 753 en la Embajada de Suecia.
A veces las historias se cuentan para dejar testimonio con el deseo imperioso de que, al darlas a conocer, algo cambie en la gente y determinadas cosas no vuelvan a repetirse. Esa era la premisa de Hanka cuando charlábamos en 2017 para que yo pudiera construir la novela, Hanka 753.
Pero existen otras dimensiones: una historia se cuenta también para agradecerles a aquellos personajes secundarios que cambiaron el final de una historia, de una vida. Por eso, ayer, junto al Rab. Dr. Fishel Fernando Szlajen y a Tamara Jatemliansky de AMIA Cultura Federal (que hicieron posible el encuentro), acompañamos a Hanka a la Embajada de Suecia en Argentina para que ella misma le agradeciera al Estado Sueco todo lo que hizo para rescatarla de los nazis y darle una segunda oportunidad en la vida.
Nos recibieron la Sra. Embajadora Barbro Elm, la agregada cultural Sra. Rebecca Heine y la encargada de asuntos consulares, Sra. Linda Kotschack. A ellas tres, muchas gracias. Fue emocionante ver su propia emoción a medida que Hanka contaba su historia en sueco, el idioma de sus salvadores.
Como le dije a la embajadora al darle la novela, "el libro no hubiera existido sin la ayuda que el Estado Sueco le brindó a Hanka y a las sobrevivientes del bloque 5 de Auschwitz en 1945".
Otro círculo que se cierra.
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