Alejandro Parisi

Alejandro Parisi

miércoles, 10 de febrero de 2021

Recuerdo del querido Teo Erlich.

La semana pasada, el querido Teo Erlich hubiera cumplido años. No hay forma de no recordarlo y extrañarlo, y la huella quedó es tan grande que no pienso recordarlo cuando se cumpla un año de su fallecimiento. Prefiero recordarlo riéndose, o rodeado por los pibes y pibas de San Juan, o en estos párrafos, con la esperanza de que siempre va a seguir naciendo en El ghetto de las ocho puertas.





"En febrero cayeron las últimas nevadas sobre Varsovia, demorando el tránsito de los carros sobre las mismas calles donde los niños se deslizaban en trineos lanzando gritos de alegría por sobre las amenazas de los cocheros. Los prestidigitadores, expulsados de las veredas por la nieve, se habían refugiado en los patios cubiertos, donde ahora batían los dados sobre mesas improvisadas, rodeados de curiosos y apostadores que ya no tenían nada más que perder.  

Edwarda se preparaba para el parto. Su embarazo había sido tranquilo y placentero. Mamá y yo la visitábamos a diario, pendientes de aquel sobrino y nieto que traería alegría a nuestra familia. ¿Sería niño? ¿Niña? Eso no importaba. Boris ya había reservado una habitación en un lujoso hospital para que al primogénito no le faltara nada. 

Y llegó un sábado, 4 de febrero de 1939. Yo había salido temprano de casa y me había dirigido al trabajo para asentar transacciones de neumáticos con la mente puesta en ese parto. Sabía de mujeres que habían muerto al dar a luz, de niños deformes que morían al nacer… Sin embargo, pasado el mediodía, ya incapaz de reprimir la ansiedad, llamé a mi madre para saber cómo iban las cosas. Emocionada, ella me dijo que todo había salido bien, que el niño era hermoso, que Edwarda y Boris estaban felices."  

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