LOS PÁJAROS NEGROS
Editorial Sudamericana
Mayo 2021
Fragmento: Samuel.
Varsovia.
1943.
"Desde un suburbio de
Varsovia, al otro lado del Vístula y la Ciudad Vieja, el pequeño Samuel Friedman
veía las llamas y el humo que lamían el cielo. Los disparos llegaban a
intervalos, como las explosiones que hacían temblar el suelo. La señora Alenka
Zielinski le había dicho que al amanecer, antes de que él despertara, los
alemanes habían comenzado a retirar todas las maquinarias de las fábricas del
ghetto para salvarlas y poder seguir produciendo en otro sitio los abrigos y
uniformes destinados a sus tropas.
Entrada la mañana,
mientras comía un trozo de pan con té, Samuel había visto marchar decenas de
soldados ucranianos, alemanes y letones que cantaban canciones de guerra y se
pasaban botellas de vodka para darse ánimos o nublar su propia consciencia
antes de hacer lo que estaban haciendo ahora: asesinar a todos los judíos que
quedaban en el ghetto de Varsovia.
Al enterarse de la
inminente masacre, los judíos se habían rebelado contra los nazis. Ahora
resistían en una batalla desigual que no tardaría en dejar miles de cadáveres y
cientos de edificios incendiados. “Están condenados, Olek”, le dijo la señora
Zielinski a Samuel con pesar.
Samuel no podía dejar
de pensar en Boris y Sara, sus padres. Imaginaba que su padre debía estar
atendiendo a los heridos con la ayuda de su madre. Nunca había sido fácil para
un judío ruso entrar en la universidad, pero con dinero se podía conseguir todo
lo que uno quisiera. Así, el padre de Boris, dueño de una importante fábrica de
abrigos de piel en San Petersburgo, había enviado a su hijo a París para que pudiera
convertirse en médico. Dos años después de obtener su título y ejercer en
Rusia, Boris había escapado a Polonia tras la revolución bolchevique.
Si bien su plan era
retornar a París, se detuvo en Varsovia unos meses y allí conoció a Sara, hija
de un joyero judío. Se habían casado en 1933. Samuel, su único hijo, había
nacido en 1935. Aunque habían pasado varios años, Samuel aún podía recordar su
casa de la Ciudad Vieja, y los Jardines Sajones donde paseaba cada domingo de
la mano de su madre y su padre. Hacía tanto tiempo que no los veía que a veces
incluso le costaba recordar sus rostros.
La invasión alemana
había destrozado la vida de todos los judíos de Polonia. Pronto, Boris, Sara y
Samuel fueron encerrados en el ghetto, donde los niños morían por el
hacinamiento y las enfermedades. Había sido el marido de la señora Zielinski,
Kaspar, a quien Boris había salvado de una disentería, quien les había dado la
idea. Si le entregaban las valiosas joyas que aún conservaban escondidas, él se
encargaría de sacar a Samuel por las alcantarillas y llevarlo a un lugar seguro
donde sería atendido y cuidado por él mismo y Alenka, su mujer, hasta que ellos
fueran a buscarlo.
Pero habían pasado
cuatro años y Boris y Sara no aparecían. Y ahora los nazis estaban destruyendo
lo que quedaba del ghetto y de los judíos de la capital polaca."
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