Acá, les dejo el comienzo. La nota entera, el fin de semana en VIVA.
"Me crié en Villa Insuperable, un barrio del GBA donde la
mayoría de vecinos eran italianos que, como mis abuelos, habían llegado
escapando de la pobreza que dejó la Segunda Guerra Mundial. Sicilianos,
calabreses, napolitanos… se juntaban en las esquinas a la tarde, fumaban y
hablaban en su idioma mientras sus hijos trabajaban y sus nietos jugábamos a la
pelota.
Entonces, para mí “la Sicilia” era la excusa que mi abuelo
Mariano tenía para juntarse con sus amigos y con su hermano Antonio y conversar,
siempre con el recuerdo de esa tierra lejana que en su juventud atravesaba
subido a un carro tirado por un burro transportando la cosecha o para llevarle
ropa limpia a su hermano menor, Vito, que aprendía el oficio de herrero en un
pueblo distante, al otro lado de las montañas.
Para mi abuela Francisca, “la Sicilia” eran sus hermanos,
las recetas que cocina hasta el día de hoy y que sus sobrinos, desparramados
por el mundo, le piden que prepare cada vez que va a visitarlos porque ella
fue, es y será la heredera de todo eso que nuestra familia fue perdiendo con el
éxodo del siglo XX. Incluso sus repasadores y delantales muestran el mapa de la
isla, el “carrito siciliano”, los escudos de las ciudades… Nunca supe dónde
compraba todo ese merchandising que hoy yo mismo uso para cocinar, aunque
supongo que traía todo de algún barrio italiano de las afueras de New York,
cada vez que visitaba a sus hermanas."
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