Alejandro Parisi

Alejandro Parisi

miércoles, 3 de agosto de 2016

¿Te jode si lo anoto?

Ayer, por casualidades absurdas de las redes sociales, leí que alguien promocionaba un taller literario diciendo algo así como "cuando te sientes a escribir, pensá que le estás escribiendo un mail a un amigo". En ese momento pensé dos cosas: que dicho docente debería dar un tallar de mails, y que se cumple un año de mi viaje a Uruguay, donde participé de la Semana Negra de Montevideo y tuve esta iluminadora charla con un periodista que también quería sentarse a escribirle un mail a un amigo.



Reflexiones sobre una entrevista violenta
(publicada en enero de 2016)

Me llegaron varios mensajes muy simpáticos de gente dándome su apoyo ante una nota que salió por estos días. No soy de defenderme porque uno cuando habla con los medios se expone a la opinión del otro, pero quiero aclarar algunas cosas para aquellos a quienes indignó la entrevista.

Hace unos meses, viajé a Uruguay invitado para participar de la Semana Negra de Montevideo. Organizadas por la editorial, di algunas entrevistas con periodistas locales con los que tuve lindas charlas: Ale “La Rusa” Labraga y el crack de Liber Vespa, con Jaime Clara y Nelson Díaz. Considero que una linda entrevista es una charla donde se interesan por tu trabajo más allá de que ese interés es un trabajo para el reportero, y donde ni uno ni otro nos ponemos en el triste lugar de sobar, increpar o fingir.

También tuve otra entrevista, que fue esta que salió publicada recién ahora en el diario El País de Uruguay, en la cual estuve conversando con Pablo Fernández: "Quería una novela negra como todas, pero pensada acá".
Desde el comienzo de la charla, me di cuenta de que el periodista estaba algo irritado. No sabía si por tener que hacerme un reportaje a mí que soy un cuatro de copas o por los libros míos que había leído o porque le había pasado algo en su vida privada. En todo caso, era raro que me preguntara con tanta intensidad, por ponerle una palabra descriptiva a su tono. Yo lo tenía claro: estaba en Uruguay para promocionar mi libro, no para discutir sobre teoría literaria (algo que me aburre muchísimo). 

La entrevista, tengo que decir, fue mucho más cordial de lo que parece al leer la nota escrita. Sobre todo porque Fernández me aclaró que iba a criticarme y me preguntó si podía grabar y publicar lo que surgiera. Le dije que sí, porque era su trabajo y porque cada uno puede decir lo que quiera. Además se había tomado la molestia de leer el libro, algo que no siempre pasa.

Al principio, me callé, escuché, “anoté”, tratando de ver por dónde venía la mano. Si el tono era parte de su estilo "picante", o si le molestaba mi escritura o las decisiones que había tomado al escribir el libro. El análisis sociológico del casamiento de los padres de Balestra lo anoté porque, lejos de molestarme su comentario, mientras lo escuchaba se me ocurrió una escena que podía servirme para la próxima entrega de la saga. Al mismo tiempo, no creo que la contradicción de que un policía se case con una terratiente alcance para invalidar una ficción (algo que, citando Riquelme, “este muchacho” no entendió). Después de todo, la gente no anda por las calles de Praga convirtiéndose en escarabajo. 

A medida que la charla seguía avanzando me di cuenta que lo que realmente le molestaba al entrevistador era que un argentino escribiera sobre un personaje uruguayo y, encima, este argentino tuviera semejante postura frente a la literatura y el lenguaje. Para ese momento, ya estaba con la espalda contra el respaldo, y no por ser “un boxeador arrinconado”, sino porque aquello me causaba mucha gracia y quería disfrutarlo. Incluso, a mi regreso, escribí algo en el blog sobre la queja del entrevistador porque escribo distinto a como hablo. Me parecía una discusión de fines de los ´90, el neorralismo de "Pizza, birra y faso" ( o "25Watts", si se me permite), de cuando escribí Delivery y ese estilo directo me identificaba porque tenía 20 años y porque me rodeaba (también se daba en la tv y el cine). Pero hoy me interesa buscar otros registros, alternar, no aburrirme. En la entrevista, creo, dejo bien clara mi postura. 

La discusión dejó de interesarme porque las “quejas” se apoyaban en cosas carentes de valor: “los lugares comunes” que le molestaban son “los lugares comunes” que tiene toda novela de género; su defensa del leguaje pauperizado del habla; las condiciones sociológicas de Durazno y otras cosas que, por más que el entrevistador las pensara, no justificaban la sarta de cosas que decía sobre el libro. Además eran decisiones mías, no cosas que se me pasaron por alto, sino decisiones que tomé porque creo que la literatura es algo distinto a lo que cree el entrevistador que es.

Por lo demás, cada uno se hace cargo de lo que dice, del grito que pega. No me sentí ni me siento ofendido, sí sorprendido. Y volvería a conversar con Fernández si vuelvo a Uruguay a presentar otro libro. Algo que me encantaría, por lo bien que me trataron ahí.

Como despedida, quiero decir que en marzo publico una nueva novela que transcurre en Sicilia, no en Uruguay: “Su rostro en el tiempo”. Rostro. Maldita palabra.
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    -   “Su cara en el almanaque” está mejor - dirá alguno.
  -       ¿Te jode si lo anoto?

 



2 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo Alejandro Parisi. Yo te he leído. A Pablo Fernández no lo conozco ni por el nombre. Adelante, rioplatense. Abrazo

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    1. Gracias, Ricardo. De todas formas, yo soy de la idea de que cualquiera puede comentar cualquier cosa, siempre y cuando sea respetuoso. Algo que se dio poco en este caso. Balestra seguirá siendo uruguayo le pese a quien le pese. Arriba la Celeste. Abrazo y gracias!

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