Alejandro Parisi
jueves, 23 de febrero de 2017
Lecturas tempranas, demasiado temprano.
Wilson, el perro de mi hijo, que apenas tiene 45 días, me despierta a las 6 AM. Entonces, preparo el mate y subimos a la terraza a ver el amanecer. Mientras él explora, muerde, huele y corretea, yo intento despertarme y aprovechar el tiempo para leer. Hoy, después de una década, volví a leer este magnífico libro de Bashevis Singer, uno de mis autores preferidos.
En la página 21, un consejo revelador, y lleno de sorna:
"Estudiaba literatura, pero todo el curso consistía en elegir a algún escritor malo y atribuirle intenciones y significados que él mismo jamás había soñado siquiera".
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