Desde una librería de Milán, me llega esta foto. Por cuestiones de orden alfabético, me toca el honor de estar junto a un libro de Pasolini. Lo curioso es que cuando Tif, mi cuñado, amigo y corresponsal, preguntó por el libro de Parisi, la vendedora italiana dijo: "¿Párisi? Sí, lo tengo". ¿Viví cuarenta años pronunciando mal mi apellido? Lástima que mi abuelo no esté acá para preguntarle cómo nos llamábamos realmente. Cosas sonoras de la identidad. Pero el libro está ahí, irremediablemente.
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