Vamos por partes.
La Previa
Este año, por cuarto año consecutivo (creo), las profesoras Fabiana Puebla (prof. de Historia) y María Isabel Paredes (prof. de Literatura) armaron un programa de trabajo conjunto de las dos materias para los alumnos del Fray Mamerto Esquiú, basándose en "El ghetto de las ocho puertas". De la mano de Mira, recorrieron el siglo XX, la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto.
Al mismo tiempo, María Isabel les dio de leer la novela a sus alumnos de la Escuela Industrial Sarmiento. Chicos de sexto año que especializaron su educación en automotores, minas, electromecánica, etc.
Los dos grupos no sólo leyeron la novela, sino que hicieron unos trabajos y comentarios impecables que, gracias a las profes, registraron con cuadros sinópticos (sí, vos, Gemma) y unas fotos tan lindas que decidí ponerlas en el blog. Ahí comenzó un ida y vuelta directo con los chicos, donde conversamos sobre la novela, y el ídolo que les dio el libro: Teo Erlich.
Sorprendido, le pasé los comentarios y las fotos a Teo, que se emocionó tanto que dijo "Me voy a San Juan. Quiero conocer a los chicos". Cuando me quise dar cuenta, ya estábamos los dos en un avión, acompañados por Marcos, uno de los nietos de Teo.
La llegada.
Viajamos de noche, y a primera hora del día aterrizamos en San Juan. En el aeropuerto nos esperaban las gestoras de todo esto. María Isabel y Fabiana nos recibieron con un afecto y una atención que nunca voy a poder terminar de agradecerles. A diario leemos y escuchamos dos cosas: que la juventud no se interesa por nada y que los docentes trabajan poco. Y sin embargo, estas dos mujeres y sus alumnos refutaron esas ideas y nos demostraron dos cosas que sí son verdades: que los maestros y profesores pasan muchas horas extralaborales pensando en sus alumnos, y que si en lugar de prejuzgar a los jóvenes se les ofrecen alternativas educativas o culturales, ellos se interesan y terminan sorprendiendo a todos. En este caso, incluso al ministro de educación de la Provincia.
El recibimiento
Por la mañana, asumiendo que la adrenalina ya había dinamitado la posibilidad de una siesta reparadora, me fui a tomar un café con Leonardo Siere, de la Asociación Israelita de Beneficencia de San Juan, que tan bien nos trató y que nos abrió las puertas de la institución que ya lleva más de 100 años en la provincia. Estábamos conversando con Leonardo cuando los vi llegar en patota: un grupo de chicos grandes, altos, de voces graves y felices, que a pesar de haber terminado las clases el 15 de noviembre, se pusieron la remera de la escuela y nos fueron a recibir al hotel. Eran los alumnos del Industrial Sarmiento, que coparon el lobby con sus risas y sus palabras de afecto. Nos abrazamos como viejos amigos: ya habíamos roto el hielo a través del blog. Todos repitieron lo mismo: "¿Y Teo?"
No podían esperar por conocerlo. Incluso lo fueron a buscar al asensor. Cuando lo vieron llegar, todos soltaron gritos y aplausos, ovacionándolo como si fuera Messi o Justin Bieber. Ese recibimiento, sincero como sólo los pibes pueden hacerlo, me emocionó tanto que me olvidé de filmar. Cosas que pasan.
Hubo abrazos, fotos, comentarios y palabras de agradecimiento de ambas partes. Teo estaba conmovido, pero feliz, y se lanzó a la calle escoltado por esa guardia pretoriana de los pibes, bajo un sol de 35º.
El monumento.
Todos nos dirigimos a visitar el Monumento a las Víctimas del Holocausto. En la plaza donde está ubicado, ya nos estaban esperando las autoridades de ambas escuelas, de la Asociación Israelita y el enorme Mario Pérez, el artista plástico sanjuanino que creó esa tremenda obra. Humilde y orgulloso, Mario nos explicó al detalle cuál había sido su objetivo, los materiales, el contenido de esa obra que, lo verán en las fotos, conmueve con solo mirarla.
El almuerzo.
Como corresponde, nos fuimos a comer unos knishes a la sede de la Asociación Israelita. Pero no sólo nosotros tres, Teo, Marcos y yo, sino todas las autoridades de las dos escuelas de la Asociación Israelita. De alguna manera, sin darnos cuenta, esos hombres y mujeres se habían conectado antes de nuestra llegada y ahora parecían compañeros de siempre. Eso fue un orgullo, porque fue todo culpa de Mira, y Teo, obviamente.
Comimos, brindamos y recibimos, nostros y los docentes, un diploma por colaborar con la Memoria de las Víctimas del Holocausto. Otro orgullo, otra responsabilidad.
La cancha llena.
Entonces llegó la hora de ir al acto central del nuestro viaje. Apenas llegamos al Fray Mamerto Esquiú, nos sorprendió que en la puerta, tan generoso, nos estuviera esperando Felipe de los Ríos, el ministro de educación de la provincia (que prometió leer el libro en dos días, ja), y todas las autoridades de las escuelas Sarmiento y Esquiú, mas las supervisoras, el personal docente y no docente y la única monja que queda en el lugar (enojada porque había olvidado su ejemplar para que le firmemos).
Para ese momento, ni Teo ni yo creíamos lo que teníamos delante de los ojos: baners con frases de Mira, con la tapa del libro, y luego de cruzar el pasillo, dispuestos en sillas pero de pie, muchos, muchísimos jovencitos que nos recibieron con gritos y aplausos.
Después de darnos la bienvenida formal, proyectaron un video que editaron los mismos chicos, y que no puedo dejar de compartir.
Fue en ese momento que me di cuenta de que me iba a costar hablar.
Y no defraudé.
Confieso que hubo un momento en que tuve que respirar hondo, detenerme, dejar de hablar al micrófono para contener las lágrimas. Indignado, miré a mi costado izquierdo y lo vi al señor Erlich matándose de risa. Le dije por lo bajo: "Es tu historia. Yo lloro y vos te reís? Me hacés quedar mal, Teo". No le importó, como, días antes, tampoco le preocuparon sus problemas respiratorios a la hora de decidir ese viaje.
Finalmente, terminé de hablar y me concentré en lo que decía Teo: escuchándolo a él entendí realmente lo que estábamos haciendo ahí, lo que Mira nos había impuesto a los dos con su relato, y el enorme fruto que ese libro estaba dando en San Juan, donde hay poca agua, sí, pero unos pibes divinos que nos escucharon en silencio, nos aplaudieron, nos hicieron todo tipo de preguntas y luego, al final, nos llenaron de regalos de todo tipo.
El divino descontrol.
Después del acto, al fin pudimos tener un momento a solas con los chicos. Preguntas, chistes, firma de ejemplares, muchísimos ejemplares, muchísimos chistes, fotos y gestos que vuelven a conmoverme hoy, cuatro días después, mientras lo escribo. La escritura es una de las cosas más solitarias que hay, y disfruto y lucho para que así sea. Pero hay veces, pocas veces, en que uno se encuentra con los lectores y entiende que al ser leído es imposible seguir estando solo. Y eso me pone feliz. Más, cuando la compañía consiste en esa horda de jóvenes tan sinceros, amables y cariñosos. Como les decía ayer por whatsapp, desde ahora son mis amiguitos sanjuaninos. Ni alumnos ni lectores.
Se fueron como llegaron: un huracán de ruidos y sonrisas, y nos dejaron completamente agradecidos, casi con la sensación de tener una deuda con ellos.
La despedida.
Cuando nos quedamos solos, pudimos conversar un rato con la directora, los profes y preseptores del Esquiú, que estaban tan contentos y agradecidos como nosotros.
Hubo que juntar mochilas, dejar el hotel y volver al aeropuerto para tomar el último café con Fabiana y María Isabel, que fueron nuestras guías y guardaespaldas durante cada segundo que pasamos en San Juan. Como lo dije delante del ministro y se los dije a ellas: los maestros y profes laburan mucho más de lo que se cree, y en este caso lograron que pibes que se dedican a cosas totalmente distitnas (y extrañas!) como saber qué se hace en una mina o cómo se construye un auto, y pibes tan jovencitos que todavía no saben qué van a hacer, todos ellos se interesen en palabras vacías a las que sólo ellos pueden darle el verdadero contenido: igualdad, memoria y paz.
Nos despedimos de ellas ya sin palabras. Nos habíamos dicho todo. Pero, por si quedó algo que decir, vuelvo a insistir: gracias. Siento que los estafamos a todos. Ustedes creen que tienen una deuda, pero los deudores somos nosotros.
Alejandro y Teo, agradecidisimo estoy de su visita a San Juan, la verdad fue una experiencia inolvidable, vinieron por un abrazo y se llevaron nuestros corazones, ojala nos volvamos a encontrar en esta vida, un honor haberlos conocido.
ResponderBorrarFelices y agradecidos también nosotros, Felipe. Nos hicieron sentir mas de lo que realmente somos. Un abrazo y buenas fiestas!
Borrarhola soy Ana Paula del colegio fray no dejo de llorar y de emocionar a toda mi familia con mis lagrimas. el ver que ellos se emocionaron igual que yo con su llegada es algo increíble me encanto conocerlos, el poder hablar con usted, fue algo que gamas voy a olvidar cada vez que leo algo leo por acá respecto a nosotros no puedo contener mis lagrimas,al igual que mi mama que por verme llorar a ella le pasa lo mismo que a mi. nuevamente les agradezco a los dos por la oportunidad que nos dieron un abrazo grande.....
ResponderBorrarGracias, Ana Paula. Pero insisto, deja de tratarme de usted que me haces sentir viejo, ja. Fue muy muy lindo conocerlos a todos. Un abrazo
BorrarFue una experiencia muy enriquecedora y grata haberlos conocido, ya que pocas veces se conoce al autor y un personaje del libro. La pase genial y llevare este recuerdo por siempre. Una abrazo enorme Alejandro y Teo gracias por todo.
ResponderBorrarGracias a ustedes, Ezequiel. En serio. Por los regalos, el video, pero sobre todo por hacernos sentir tan pero tan queridos. Abrazo grande.
BorrarHola Alejandro. Soy Lourdes Villa, del colegio Fray Mamerto Esquiú. No tengo palabras para agradecerles a vos y a Teo por el ratito que pasamos juntos, aunque sea un ratito me ha bastado para conocerlos y nunca me voy a olvidar de ese día. Lo quiero felicitar por el trabajo que ha hecho con el libro "El Ghetto de las Ocho Puertas", porque me ha encantado su libro, que lo he recomendado a mis familiares y amigos. Saludos y besos.
ResponderBorrarGracias, Lourdes. En serio. Ojalá que tus amigos y familiares puedan leer el libro, así despues vos les contas todo lo que compartimos el jueves pasado. Un abrazo grande y buen fin de año
BorrarHola Alejandro soy Rocío Di Carlo del colegio Fray Mamerto Esquiú estoy muy agradecida de que usted y Teo hayan venido a San Juan la verdad que lo que vivimos esa tarde fue un momento muy lindo, en el cual para nosotros es algo inolvidable muy emotivo les agradesco de todo corazón su visita para mí fué muy emocionante su visita no tengo palabras para describir todo...pero la verdad MUCHAS GRACIAS POR TODO ALEJANDRO Y TEO!!!
ResponderBorrargracias, Rocío! La pasamos tan bien que anoche cenamos juntos con Teo para hablar del viaje. Que tengas un muy buen fin de año. Abrazo!
BorrarHola Alejandro soy alumna del Fray y le queria agradecer por haber venido hasta aca con Teo, la experiencia fue muy linda y la tendremos siempre en el corazon. Espero que la vida nos cruze otra vez y muchas gracias por trasmitinos a travez de un libro y de palabras una historia muy fuerte!
ResponderBorrarGracias! Nosotros también nos volvimos completamente agradecidos y conmovidos por conocerlos. Un abrazo grande y buen fin de año.
BorrarTamás, me alegra muchísimo que tanto ustedes y nosotros hayamos disfrutando tanto del encuentro. Gracias por tus palabras, me siguen emocionando. Un abrazo y que tengas lindas fiestas
ResponderBorrarHUELLAS PARA LA VIDA ... SELLO INDELEBLE.
ResponderBorrarEl paso tuyo, Alejandro, y de Teo por nuestra provincia, ha sido un viento amigable, de transformación, que ha encendido de desafíos los corazones de los jóvenes y de los que ya no lo somos tanto.
Siento que el GRACIAS no alcanza en su carga de significado para demostrarles el agradecimiento de haber atravesado la Argentina para abrazar a nuestros queridos jóvenes.
¿Defraudar?¡Claro que no!!! Nos siguieron dando lecciones de vida…enseñanzas que te abrazan las metas propuestas a futuro.
El regalo de su visita vencerá lo inexorable del tiempo porque queda guardada en el alma y resguardada como ocasión propicia que nos dio la fortaleza para continuar nuestro camino.
La presencia de ustedes los trascendió, porque su esencia de humanidad los sobrepasó y los supimos interpretar y valorar.
Teo quiso escribir el testimonio de Mira para que sus nietos conocieran la historia. Pues bien, ¡observa cuántos nietos postizos encontró en San Juan que, con decisión férrea, toman sin dudarlo, el legado de Mira…para que esto no vuelva a suceder!
Como, les dijimos anteriormente, nuestros corazones han quedado enlazados, una llama se ha encendido y que se alimenta con el calor del afecto. ¡Abrazo fraterno!! María Isabel
Gracias, querida, otra vez gracias. Un abrazo grande y que todos terminemos bien el año.
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ResponderBorrarHola Ale, soy Rodrigo Zarate de automotores. Más que nada agradecerles por haberse tomado el tiempo y las energías (y más Teo con su enfermedad) de venir a visitarnos. Un honor haberlos conocidos, admiro a Teo como héroe y a vos cómo escritor. Espero que no te rías mucho con mi parte del vídeo jaja. Te mando un abrazo y espero que la vida nos vuelva a encontrar en alguna ocasión
ResponderBorrarJugador de toda la cancha, Rodrigo. Gracias a vos y a todos los pibes, que nos hicieron sentir tan bien. Que termines bien el año, amigo. Abrazo
BorrarAlejandro,soy Lorenzo Galdeano de la Fray.Queria agradecerles por venir a nuestra provincia para vernos a todos.Ha sido un gusto conocerlo a usted y Teo.Te mando un abrazo muy grande y espero que nos volvamos a ver.Gracias
ResponderBorrarGracias, Lorenzo. Fue un gusto para nosotros también. QUe tengas un lindo fin de año. Abrazo
BorrarHola Alejandro, soy alumna de la Fray, solo agradecerte por la maravillosa experiencia que jamás olvidaremos de la visita tuya y de Teo.
ResponderBorrarNos transmitieron tanto, y todo eso lo llevaremos por siempre en nuestros corazones. Saludos
Gracias, Agustina! Ustedes nos alegraron el fin de año. En serio. Un abrazo grande
BorrarHola! Soy Pierina Grosso de Fray Mamerto Esquiú, les agradezco todos los momentos inolvidables e increíbles que nos hicieron pasar. Muy contentos que hayan podido venir. Espero algún día poder volver a verlos💜
ResponderBorrarNosotros tampoco vamos a olvidarlos a ustedes, Pierina. La pasamos muy pero muy bien. Un abrazo
BorrarHola, Alejandro. Soy Micaela Olivera del colegio Fray Mamerto Esquiú. Agradecerle a usted y a Teo por la visita es poco. Me siento colmada de felicidad. El haberlos conocido, y haber escuchado por su parte algo tan importante como lo que Mira le contó y transmitió, es sencillamente magnífico y emocionante. Quiero seguir leyendo un poco más de usted. Me gustaría seguir deleitándome con sus obras, Alejandro. Nunca deje de escribir, por favor. Alguien que no pierde la fe en los jóvenes y docentes; y que sobre todo, se preocupa por ir a visitarlos y agradecerles, es digno de ser admirado y, me atrevo decir, que hasta enaltecido. En cuanto a Teo... él es un genio. Un gran ejemplo a seguir, así como Mira y Edek, que en paz descansen. Teo logró conmoverme de una forma única. Su visita fue realmente agradable ( y aún así esa palabra sigue siendo diminuta a comparación de la alegría inmensa que me hicieron sentir).
ResponderBorrarNuevamente... GRACIAS.
GRACIAS a vos por tus palabras, Mica. En serio. El círculo sólo se puede completar cuando los lectores leen y se encariñan con los libros. Así que estoy agradecido por eso. Un abrazo y buen fin de año
BorrarAlejandro cuánta emoción, me sumergí en la hidtoria de estos chicos/as todo lo que se generó, imposible no lagrimear con tanta sensibilidad y pasión conq recibieron la historia de Mira y Teo.
ResponderBorrarMe da mucho orgullo argentino contar con un escritor de semejante envergadura como vos.
Te felicito! Y felicitaciones a todos los que se drjaron tocar pof magia de la memoria!