Reseña publicada en el blog literario Culturamas.es
(http://www.culturamas.es/blog/2017/12/09/hanka-753-de-alejandro-parisi/)
HANKA 753
Presente y pasado. Polonia 1939 y Buenos Aires en la actualidad. Dos
tiempos, dos calendarios que miran a un ser humano que se refleja en
esas fechas. Una es una niña, alegre, vivaz, viviendo en una ciudad que
pronto tendrá sus horas más aciagas con la invasión nazi. Otra, es una
mujer, una anciana que recuerda esos años y duda en tratar de alejarlos,
aceptar la invitación para recorrer los lugares en donde se desarrolló
el holocausto, o seguir con la última etapa de la vida disfrutando de
sus hijos y nietos.
Las dos son la misma persona, pero ¿en realidad son la misma persona?
Alejandro Parisi construye una historia basada en el relato
dramático, profundo e íntimo de Hanka Dziubas Grzmot, sobreviviente de
varios campos de trabajo y exterminio en los horribles tiempos de la
Alemania gobernada por el nazismo.
En una entrevista realizada por la Cadena Judía de Información Vis a Vis, el autor aclara,
“Si bien el lector sabía que el personaje había sobrevivido, porque es
la historia de un sobreviviente, había algo que se había despertado con
la idea del viaje (NdelR: Hanka es invitada por ORT a participar de
Marcha por la Vida) que era importante tenerlo porque era el cierre del
círculo, y al mismo tiempo ver a Hanka con 87 años, una mujer fuerte, le
era más fácil al lector poder sobrellevar la historia”.
La historia se desenvuelve con un buen ritmo narrativo, mezclando el
pasado y el presente en un juego que enriquece el texto y, como dice
Parisi, hace que la historia pueda sobrellevarse mejor. No por eso, el
relato pierde profundidad ni naufraga en las aguas de una meseta
emocional. Las vicisitudes que vive Hanka y sus hermanas producen
escozor y un dolor que solo es apagado por la ductilidad de Parisi para
mostrarnos a la anciana que mira hacia el futuro en la actualidad.
En este viaje por los abismos de la condición humana, el derrotero de
Hanka hace que ésta llegue hasta el barracón de Oranienburg, “Hanka
se acercó al límite opuesto del barracón para mirar entre los barrotes
que daban hacia el otro lado. Lo que vio le provocó un llanto mudo, una
angustia que le oprimió la garganta. Cerró los ojos, pero fue imposible
alejar la imagen. Al abrirlos, se entregó a la contemplación de ese
grupo de mujeres judías que deambulaban riendo, llorando, bailando”.
Hanka recuerda la dura sensación de estar en el borde, entre la vida y
la muerte a merced de los señores de la guerra, mientras ante sí, la
duda de viajar o no viajar, dejar todo atrás o ser ejemplo para que esos
terribles hechos no vuelvan a ocurrir, para que la memoria sea parte de
la sociedad y el ser humano pueda aprender de sus errores.
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