Alejandro Parisi

Alejandro Parisi

viernes, 9 de marzo de 2018

Entrevista sobre HANKA 753.

Gracias a los amigos del blog literario El almacén de libros por esta entrevista.
(http://elalmacendelibros.com.ar/2018/03/08/10-preguntas-a-ale-parisi/)

10 PREGUNTAS SOBRE HANKA 753


Existe un interés especial en vos por narrar historias de vida, como es el caso de las protagonistas de la trilogía de El ghetto de las ocho puertas, La niña y su doble y Hanka 753. ¿Cómo surge este interéS?

El interés siempre está puesto en las buenas historias. Me pasó lo mismo al conocer a Carlos Frattini, el protagonista de Un caballero en el purgatorio. Si bien su historia de robos, retratos y cárceles no tiene nada que ver con Mira, Nusia y Hanka, él también tenía una historia enorme que contar. En la trilogía, las tres historias son muy distintas aunque comparten el mismo espíritu: el martirio, la heroicidad, la supervivencia en medio de la barbarie. A veces, los autores creemos que “la invención” tiene un valor agregado. Yo dudo de eso. Para mí, el valor está en la escritura, en el hecho de poder transmitir con palabras e imágenes una buena historia, ya sea ficción o basada en hechos reales. ¿Quién renunciaría a charlar con el protagonista de su libro y conocer la historia directamente de quien la vivió? Yo no.


¿Cómo es que llegás a conocer a Mira, a Nuria y a Hanka?

Fue una cadena. Mira era la abuela de mi amigo Ary, que me pidió que escribiera la historia. Nusia era amiga de Mira, y Hanka las conocía a las dos.


¿Cómo surgió la idea de escribir “Hanka 753?” ?

Después de escribir La niña y su doble creía que mi experiencia con el tema del Holocausto estaba terminada. Tenía miedo de repetirme, y el proceso de aquellos dos libros me había dejado emocionalmente agotado. Uno se compromete, le toma cariño al personaje, comparte la tristeza de esos recuerdos macabros… Así que cuando me llamó Hanka, fui a conocerla para explicarle esto, para excusarme diciendo que no podía escribir su historia. En dos horas, me contó tres escenas que me asombraron. Salí de su casa pensando que si no escribía esa novela (que era totalmente distinta a las anteriores) me iba a arrepentir toda la vida. Y así fue que comenzamos a trabajar.


¿Qué nos podés contar acerca del trabajo con Hanka para reconstruir su historia y recabar información?

Con las otras dos novelas aprendí que yo tenía que estar a disposición de la memoria de las protagonistas, y no al revés. Conversar, dejarlas hablar de lo que quisieran cada día sin imponerles fechas o esquemas cronológicos. Aceptar que la memoria es como una cebolla que a medida que se pela va mostrando distintas capas, distintas dimensiones. Así fue que conversamos durante todo un año. Si bien eso implicaba un trabajo enorme a la hora de desgravar y ordenar los recuerdos para armar la estructura de la novela, al mismo tiempo me permitió saber cómo iba a ser la novela antes de sentarme a escribir. Por eso la escritura fue tan fugaz. En apenas tres meses la había terminado. Claro que para que eso sucediera, ya había medido y ponderado a mi protagonista durante todo un año.


¿Qué fue lo más difícil a la hora de reconstruir estas historias, y en este caso, la de Hanka especialmente?

Enfrentarlas con su propio dolor. Yo conocía y charlé con tres abuelas de 80 y pico de años, pero lo que ellas buscaban, las tres, era a las niñas que habían sufrido el Holocausto. El caso de Hanka es el mas gráfico: cuando empezó la guerra ella tenía nueve años, 12 cuando se llevaron a su padre… De alguna manera, la novela es la búsqueda de esa nena que vio cómo golpeaban a su padre y lo cargaban en un camión para gasearlo, cómo tuvo que abandonar la escuela, sus juegos, su casa, todo por culpa del nazismo. Y al rememorar esas situaciones, Hanka volvía a llorar como la nena que había tenido que dejar de ser. Eso, sin dudas, fue lo que mas me conmovió.


¿Qué fue lo más gratificante y positivo de poder escribir su historia de vida?

Ayudarla a cumplir su objetivo: dejar testimonio para que eso no vuelva a ocurrir.


El libro fue presentado en el Centro Ana Frank Argentina con la presencia de la protagonista, imagino fue un momento muy emotivo. ¿Cómo lo vivieron?

Fue muy emotivo, pero no sólo por Hanka. Para mí, fue el cierre de una etapa, aunque nunca se sabe. Ver en primera fila a los Erlich, los personajes de la primera novela que escribí sobre el tema me movió el piso. Fueron 10 años en los que aprendí muchas cosas. Y ver a los lectores, a la familia, a todos los que se acercaron porque habían leído las otras dos novelas y querían conocer también a Hanka me llenó de orgullo.


Si tuvieras que elegir un personaje de ficción de algún libro para sentarte a charlar un rato, a quien elegirías?

Tengo dos. No puedo elegir entre ellos. El primero, el Profesor Challenger, de “El mundo perdido” de Sir Arthur Conan Doyle. El segundo, Edmon Dantès, alias El conde de Montecristo, de Alejandro Dumas. Son dos tipos inventados que, sólo por envidia y admiración, me metieron en este baile que es la escritura.

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