Definitivamente, cuando escribí cada una de las novelas que forman la Trilogía del Holocausto lo hice pensando en lectores adultos. Quizá porque mis lectores siempre fueron adultos, quizá porque las escenas que tuvieron que soportar Mira, Nusia y Hanka eran de un horror absoluto, lo cierto es que yo terminé subestimando a los jóvenes. Jóvenes que hoy tienen la misma edad que las tres protagonistas tenían cuando enfrentaron al nazismo. Jóvenes de todo el país que hoy, gracias a sus docentes, se lanzaron a leer las novelas y se identificaron con Mira, Nusia y Hanka.
Ayer, los chicos del Sagrado Corazón de Hurlingham empezaron un trabajo práctico sobre Nusia. El lunes y el martes, voy a poder charlar con los jóvenes de varias escuelas de General Villegas sobre Mira, Nusia y Hanka. Siempre con la misma sorpresa y satisfacción. La sorpresa de que me lean en las escuelas, y la satisfacción de ver cómo los pibes y las pibas se comprometen con temas importantes y los docentes completen esce círculo que las protagonistas comenzaron viviendo sus vidas, yo narrándolas, y ellos compartiendolas con sus alumnos. A todos los docentes, que ponen hombro y cabeza en beneficio de nuestros hijos, miles y miles de gracias.
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