"El pasillo estaba lleno de gente que bailaba y bebía agua mineral,
champagne o tragos de colores. Las camas y sillones de los cuartos, que antes
estaban vacíos, ahora se habían convertido en amasijos de culos, tetas y pitos
que pasaban de boca en boca. Ni en sus sueños más depravados Balestra se había
imaginado una orgía tan fastuosa.
Daniela Hirsch había desaparecido, el fantasma se habría ido detrás de
otros cuerpos, aunque su apariencia andrógina dejaba entrever que el sexo no
era uno de sus deportes preferidos. Balestra recorrió el lugar solo, fumando,
bebiendo lo que ofrecía la estrella de comic que estaba más cerca. Pasó junto a
una puerta de la que salía vapor, y dentro vio un baño con jakuzzi y sauna
lleno de gente desnuda. En un rincón, un enano con un miembro desmesurado le
practicaba sexo oral a una anciana que fumaba con boquilla. En la terraza, dos
hombres penetraban a una mujer que debía pesar más de ciento cincuenta kilos,
mientras los malabaristas los envolvían en un círculo de fuego. En un salón,
tres hombres comían pequeños trozos de pescado y mariscos dispuestos sobre el
cuerpo de una mujer desnuda.
Entonces, entre el rumor distinguió una voz ronca que cantaba una melodía
que él conocía de alguna parte. Aguzó el oído, siguió a la voz. Alcanzó un
patio con un aljibe y, más atrás, un pequeño escenario. La voz provenía de un
rostro áspero de rasgos finos; los ojos, con pestañas postizas, estaban
cerrados en una concentración que emocionaba. Llevaba un largo vestido rojo que
le cubría los pies, alzaba los pequeños pechos con un escote pronunciado y mangas
cortas. Con delicadeza, movía lentamente las caderas al ritmo de la música que
sonaba desde unos parlantes. Sus manos, embutidas en finos guantes rojos,
sostenían el micrófono mientras él o ella cantaba con voz ronca:
-
If
you want a father for your child, or only want to walk with me a while, across
the sand… i'm your man.
Absorbido por la profundidad de aquella voz, Balestra pensó en que al fin
al cabo, el muerto había sido un pobre tipo. Él también lo era. Pero aquella
voz sonaba a su alrededor como una visión profética, y él ya estaba bastante
borracho. Se alejó del lugar, buscando alguna mujer que le revelara la verdad
del Universo.
Pensó en Débora, besó a una mujer que no era ella y luego manoseó a otra.
Mafalda le trajo un vodka con jugo de fruta, Peter Pan un whisky doble. Una
rubia le ofreció sus tetas desnudas, pero antes de que Balestra pudiera hacer
algo, una ola de hombres la arrastró de nuevo a la cama."
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