Alejandro Parisi

Alejandro Parisi

martes, 31 de agosto de 2021

Nusia Stier de Gotib Z"L (1930-2021)

 




Antes de conocerla, su hijo me pidió que intentara charlar con ella porque, pensaba, le haría bien contarle por primera vez su historia a alguien para salir de la melancolía. “Pero no te la va a contar, nunca quiso contársela a nadie. Ni siquiera a mi papá”. La primera vez que nos vimos me asombró su delicadeza, su mirada azul inquieta, su silencio cargado de recuerdos y complicidades. Hablamos durante todo un año, religiosamente una vez por semana, a la misma hora, tomando café. Entonces me contó que venía de una buena familia judía de Lwow, que cuando los rusos invadieron esa parte de Polonia su padre, un perfecto burgués, compró dos gansos que llevó a la terraza con la ilusión de que pusieran huevos con los que pudieran alimentarse durante las restricciones de la guerra. Un día los gansos no estaban, y Rudolph, su padre, creyó que se los habían robado los rusos. No era así: los gansos se habían volado porque él no les había cortado las alas. Eso le dijeron los oficiales rusos. Después Rudolph se hizo amigo de ellos y abrazó el comunismo, provocando el espanto de su mujer, sobreviviente de los pogromos cosacos en los Cárpatos. Cuando se retiraron los rusos y los nazis entraron a Lwow, Rudolph tuvo otra idea: conseguirle papeles de una nena ucraniana católica y enviarla a un orfanato de Varsovia donde nadie descubriera que era judía ni que su acento ucraniano no era sincero. “Rezá, pasá desapercibido, no hables. Tenés que sobrevivir”, le dijo con lágrimas en los ojos. Ese día Nusia se despidió para siempre de ese padre al que amaba con locura, y se convirtió en Slawka. Dejó Lwow bajo una lluvia de cenizas. Ingresó a un orfanato. Fingió tan bien, interpretó  tan bien el papel de Slawka que a las dos semanas de llegar al orfanato, fue adoptada por la esposa de un militar ucraniano que la obligó a participar de los bailes de las SS mientras ardía el ghetto de Varsovia. Así sobrevivió al Holocausto. Nunca más volvió a ver a su padre, pero cumplió su pedido: calló, rezó, pasó desapercibida y sobrevivió. Sólo entonces volvió al judaísmo, conoció al amor de su vida en Argentina y tuvo una vida feliz, llena de hijos y nietos. Hoy te fuiste pero nos queda tu recuerdo para siempre. Descansá en paz, Nusia Stier de Gotlib , y agarrate fuerte de la mano de Rudolph para ver volar a esos gansos blancos por el cielo azul, con tu hermana, tu madre, Claudia y Slawka.


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