En 2017, me escribieron de San Juan para contarme que varios cursos de una escuela católica habían leído El ghetto de las ocho puertas, se habían emocionado y habían hecho trabajos maravillosos combinando Historia y Literatura. Cuando se lo conté a Teo Erlich, uno de los protagonistas del libro, enseguida dijo "vamos a San Juan, quiero conocer a lxs pibxs".
Visitar a mis amigos sanjuaninos una vez por año se convirtió en una hermosa rutina. Pasan las camadas de pibxs, y la emoción siempre es la misma. María Isabel Paredes, aquella docente que me escribió en 2017 hoy es una amiga, como la querida Fabiana Puebas (y sus hijas), y las docentes que se fueron sumando al proyecto con nuevos cursos y una nueva escuela, las queridas Agos Yofre, Daniela Favaro y todas las autoridades de las escuelas, que siembre nos reciben tan bien.
Teo ya no está, pero su historia se sigue leyendo, y se mantiene viva cada vez que visito a los sanjuaninos, los que están estudiando ahora y aquellos que ya terminaron y hoy están en la facultad, como las queridas Gemma (y su árbol genealógico), Lourdes, Mica...
Mañana viajo de nuevo, y ya estoy contento de visitar el Fray Mamerto Esquiú y a la Escuela Industrial de San Juan.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrar