Alejandro Parisi

Alejandro Parisi

miércoles, 1 de octubre de 2014

DELIVERY: una docena de años.





 
Hoy se cumplen doce años de la publicación de Delivery, mi primera novela. Todavía me acuerdo de la tensión y la ansiedad de aquellos días de 2001, cuando el país se caía a pedazos y yo estaba sin laburo esperando que una editorial como Sudamericana decidiera publicar mi primera novela. Aunque Luis Chitarroni ya había dado su visto bueno meses antes, la situación económica había explotado, y yo, derrotista como siempre, pensé que todo (la publicación de mi novela, que era todo) se iba a caer antes de concretarse.

Encima nos habían cortado el gas y con Ana tuvimos que mudarnos a la casa de mis suegros. Así estaba: sin laburo, momentáneamente sin casa, mirando el Mundial Sub 20 que se jugaba en Argentina. El día del partido contra Paraguay, un partido que Saviola liquidó en 25 minutos, yo miraba a todos esos pibes (hoy jugadores consagrados) y los envidiaba por la alegría que tenían y que me resultaba tan emocionante como ajena. A mitad del partido, mi suegra me dijo: “Tenés una llamada de una tal Florencia Cambariere”. Finalmente, la editorial quería firmar el contrato.

Pero antes de eso habían pasado otras cosas.

Escribir de noche, después de estudiar y laburar, con mi hermano durmiendo al lado del escritorio. Las reuniones de taller literario, el apoyo de Paszkowski y mi ansiedad por tener que esperar que llegara mi turno para leer lo que había hecho Martín aquella semana. Las preguntas molestas que le hacía a mi amigo Nacho, que entonces era repartidor de empanadas y hoy tiene su propio negocio (las mejores empanadas de Buenos Aires). También me acuerdo de la noche que les pedí a él y Agustín que me llevaran a la Costanera para conocer un boliche que me permitiera definir Edén, el feudo del Tano. Nos tomamos varios colectivos, y desde Lugano llegamos a Pachá. Yo quería hacer “trabajo de campo”. Miraba todo. En un momento saqué una libretita y anoté el color de las paredes, de los sofás, la ubicación de las barras… Algunos me miraron raro o se rieron. Pero me acuerdo que Nacho, que habla poco pero siempre es contundente, dijo: “Guardá eso, pelotudo”. Y yo la guardé.  

Me divirtió mucho escribir Delivery. Nunca las conté, pero está escrita con muy pocas palabras que se repiten una y otra vez, un sube-y-baja constante, un ritmo duro, valga todo tipo de asociación. Lo único que le cambiaría es el nombre del protagonista. Hoy se llamaría Román: lamentablemente, cuando uno es joven se encandila con la euforia del grito y no tiene tiempo para contemplar la belleza de la pincelada silenciosa.

El día que escribí las últimas veinte páginas, la imprimí y fui directo a registrarla. No sé qué esperaba que pasara, quizá la necesidad de saber que la novela estaba terminada, que tenía algo mío por primera vez. O sólo ansiedad (una ansiedad que 12 años después me sigue acompañando). Cuando llegué al mostrador de Registro de Autor, me di cuenta de que no me alcanzaba para pagar el trámite. La empleada que me atendió, divino personaje Gasallezco, se apiadó y puso un sello sobre la hoja: “No pasa nada, lo que te falta lo anotamos como donación”, dijo.

Nos fuimos del país en 2002, un mes después de que se publicara el libro. La primera crítica me la leyó otro gran amigo, por teléfono, desde Buenos Aires. Atento y cuidadoso como es, Emi me preguntó: “¿En serio querés que te la lea? ¿Hace falta?” Insistí. Palabras más, palabras menos, la nota decía que la novela era apenas el esbozo de un futuro guión cinematográfico. Y, dicho sea de paso, la novela estuvo muy cerca de filmarse en España. Pero hubo otra crítica, mas graciosa, que decía que Martín iba a una fiesta en la calle 11 de septiembre 1976 (piso 9º) porque era un homenaje a Salvador Allende.    

Desde aquel 2002 dejaron de usarse los beepers, viví en Barcelona, la novela se tradujo al italiano, publiqué distintos cuentos, volví a Argentina, tuve 2 hijos, publiqué otras 3 novelas, escribí algunas más que están por editarse… pero sé que aquella sensación de ver mi primer libro publicado no se va a repetir nunca más.  

Doce años después, me alegra seguir teniendo la compañía de los tiempos de Delivery: mi familia, mi mujer y mis amigos, y Flor, que entonces era asistente de Luis y hoy es mi editora.

Mi hijo dice que tengo la barga gris, pero Martín está igual. Sigue siendo un veinteañero con todo el tiempo por delante, y sin embargo está detenido en un escape eterno por la Ruta 2, pensando vaya a saber qué, pero sonriendo, fumando, sonriendo, esperando reencontrarse con Romi, manejando con la ventanilla baja, escuchando esa música que nunca nadie pudo conocer. Pienso en eso. Joya, pienso.

4 comentarios:

  1. Felicitaciones por los 12 años de Delivery!! Me dieron tantas ganas de leermo Ale!!!! Asi lo tenemos en el Almacen de libros. Se consigue no? Beso grande. Loli Ros

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    1. Gracias, Loli! Sólo se consigue por Mercado Libre. Claro que te puedo prestar un ejemplar.

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  2. hola lo estoy buscando , ni por ML se consigue , una pena. te felicito alejandro por tus libros, abrazo

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  3. Está difícil de conseguir, Juan. Yo apenas si tengo un par de ejemplares para mí. Igual, tengo la esperanza de que se reedite en algún momento. Abrazo

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