Pasaron cuatro meses desde que el chino que leía detrás de la vidriera, en Paternal, deapareció, dejando la vereda manchada de sangre. La persiana no volvió a levantarse. Al chino no lo vi mas. Pero hoy el gobierno de la Ciudad tapió la puerta con su despreciable color amarillo. No te vamos a olvidar, chino. Y vamos a seguir leyendo por vos.
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